Cuando envía a los setenta y dos discípulos, Jesús les da instrucciones precisas que expresan las características de la misión. La primera ―ya lo hemos visto―: recen; la segunda: vayan; y luego: no lleven bolsa o alforja …; digan: “Paz a esta casa” … permanezcan en esa casa … No vayan de casa en casa; curen a los enfermos y díganles: “El Reino e Dios está cerca de ustedes”; y, si no les recibieran, salgan a las plazas y despídanse (cf. vv. 2-10). Estos imperativos muestran que la misión se basa en la oración; que es itinerante: no está quieta, es itinerante; que requiere desapego y pobreza; que trae paz y sanación, signos de la cercanía del Reino de Dios; que no es proselitismo sino anuncio y testimonio; y que también ante el posible rechazo requiere la franqueza y la libertad para hacer notar la grande responsabilidad que implica haber rechazado el mensaje de salvación, pero sin condenas ni maldiciones. […] Invoquemos juntos la protección materna de María Santísima, para que sostenga en todo lugar la misión de los discípulos de Cristo; la misión de anunciar a todos que Dios nos ama, quiere salvarnos y nos llama a ser parte de su Reino.
ÁNGELUS 7 de julio de 2019. Fuente: Vatican News
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