“Entonces el rey prescribió en todo su reino que todos debían formar un solo pueblo –la imposición del pensamiento único; la imposición de la mundanidad– y que cada uno debía abandonar sus propias costumbres. Todos los pueblos cumplían las órdenes del rey; incluso muchos israelitas aceptaban el culto pagano: sacrificaban a los ídolos y profanaban el sábado. La apostasía. Es decir, la mundanidad te lleva al pensamiento único y a la apostasía. No se permiten las diferencias. La diversidad nos está permitida: todos iguales. Y esto también lo hemos visto en la historia de la Iglesia. Pienso en el caso actual que ha cambiado el nombre a las fiestas religiosas. Por ejemplo, a la Navidad del Señor se le ha dado otro nombre, (Celebraciones del Fin de Año) con el fin de borrarle su significado y su identidad religiosa».

(Santa Marta 16 de noviembre de 2015). Fuente: Vatican News