La vigilancia, estar atento, mantenerse despierto en la vida: (…) “Felices los servidores a quienes el Señor, al llegar, encuentre en vela” (v. 37). Es la bienaventuranza de quien espera al Señor con fe, permaneciendo preparado, en actitud de servicio. Él se hace presente cada día, golpea la puerta de nuestro corazón. Y feliz aquel que le abra la puerta, porque recibirá una gran recompensa: el mismo Señor se hará servidor de sus servidores. Con esta parábola (…) Jesús presenta la vida como una espera vigilante y activa, un anticipo del día luminoso de la eternidad. Para poder acceder a ella, es necesario estar preparados, despiertos y comprometidos en el servicio al prójimo, con la esperanza consoladora de que, en el “más allá”, ya no seremos nosotros quienes sirvamos a Dios, sino que será Él mismo quien nos reciba a su mesa. Si lo pensamos bien, esto ya sucede hoy, cada vez que encontramos al Señor en la oración, o cuando servimos a los pobres; pero, sobre todo, en la Eucaristía, donde Él prepara un banquete para alimentarnos con su Palabra y con su Cuerpo. (Papa Francisco, Ángelus, Plaza de San Pedro, domingo 7 de agosto de 2016).

Fuente: Vatican News