Jesús me habla a mí, a vos, a cada uno de nosotros. El llamado de Jesús es para cada uno de nosotros. ¿Por qué van hacia Jesús esos paganos apenas escuchan su predicación, y yo, que nací acá, en una sociedad cristiana, para mí el cristianismo es como si fuera un hábito social, una ropa que me pongo y después dejo? Y Jesús llora por cada uno de nosotros cuando vivimos un cristianismo formal y no real. […] Está la hipocresía de los pecadores, pero la hipocresía de los justos es el miedo al amor de Jesús, el temor de dejarse amar. En realidad, cuando hacemos esto, buscamos manejar nosotros la relación con Jesús. “Sí, voy a misa, pero vos quedate en la Iglesia que yo después vuelvo a casa”. […] Hoy puede ser para nosotros un día de examen de conciencia, repitiendo como un estribillo: “¡Ay de vos!”, porque te concedí tanto, me di a mí mismo, te elegí para que seas cristiano, cristiana, y vos preferís una vida a medias, una vida superficial: un poco de cristianismo y agua bendita, pero nada más. En realidad, cuando vivimos esta hipocresía cristiana, lo que hacemos es alejar a Jesús de nuestro corazón. Hacemos de cuenta que lo tenemos con nosotros, pero lo echamos afuera. Somos cristianos, orgullosos de ser cristianos, pero vivimos como paganos. (Papa Francisco, Homilía en la Capilla de la Casa Santa Marta, 5 de octubre de 2018).

Fuente: Vatican News