Jesús nos hace tomar conciencia de que somos servidores de Dios; no somos sus acreedores, sino que siempre somos deudores, porque todo se lo debemos a Él, ya que todo es un don suyo. Aceptar y cumplir su voluntad es la actitud que debemos tener cada día, en cada momento de nuestra vida. Ante Dios, nunca debemos presentarnos como alguien que cree haber hecho un gran servicio y, por lo tanto, merece una gran recompensa. Esa es una ilusión en la que todos podemos caer, incluso quienes trabajan al servicio del Señor, dentro de la Iglesia. Por el contrario, debemos ser conscientes de que, en realidad, nunca hacemos lo suficiente por Dios. Como nos sugiere Jesús, tenemos que decir: “Somos siervos inútiles. Hicimos lo que teníamos que hacer” (Lc 17,10). Es una actitud de humildad que nos coloca verdaderamente en el lugar que nos corresponde y permite al Señor ser muy generoso con nosotros. De hecho, en otro pasaje del Evangelio, Él nos promete que “se ceñirá, nos hará sentar a la mesa y pasará a servirnos” (cf. Lc 12,37). Queridos amigos, si cumplimos la voluntad de Dios cada día con humildad, sin pretender nada de Él, es el mismo Jesús quien nos servirá, nos ayudará y nos animará, dándonos fuerza y paz. (Papa Benedicto XVI, Homilía en Palermo, 3 de octubre de 2010).

Fuente: Vatican News