La compasión se expresa a través de gestos concretos. El evangelista Lucas se centra en las acciones del samaritano —a quien llamamos “bueno”, aunque en el texto se lo presenta simplemente como una persona—. El samaritano se hace cercano, porque si queremos ayudar a alguien no podemos mantenernos a distancia: tenemos que involucrarnos, ensuciarnos, incluso arriesgarnos a “contaminarnos”. Cura sus heridas después de limpiarlas con aceite y vino; lo carga en su cabalgadura, es decir, se hace responsable de él, porque solo ayudamos de verdad cuando estamos dispuestos a sentir el peso del dolor del otro. Lo lleva a una posada, donde gasta dinero —“dos denarios”, el equivalente a unos dos días de trabajo—, y se compromete a volver y, si es necesario, pagar más, porque el otro no es un paquete que se entrega, sino alguien de quien debemos cuidar. Queridos hermanos y hermanas, ¿cuándo también nosotros seremos capaces de detener nuestro camino y tener compasión? Cuando comprendamos que el hombre herido al costado del camino nos representa a cada uno de nosotros. Y entonces, el recuerdo de todas las veces que Jesús se detuvo para cuidar de nosotros nos hará más capaces de tener compasión. (Papa León XIV, Audiencia General del 28 de mayo de 2025).
Fuente: Vatican News
octubre 6, 2025 a las 3:31 am
amen amen
octubre 6, 2025 a las 7:40 pm
Amén Aleluya 🙏😇🙏🙌